Edna Liz Bon
El realizar el camino de Santiago despierta todos tus sentidos y afloran muchas emociones al transitar hermosas tierras y bellas estampas. Como experiencia misionera, te das cuenta que logras conectar con personas de otros países (los peregrinos) y personas que viven en el paso del camino. Lo más impactante es que son personas la gran, mayoría hospitalaria, amable con el peregrino pero muchos de ellos, vacíos espiritualmente. Tuve la oportunidad de hablar con una anciana de Arzúa, la cual vive en un hostal para peregrinos. Ella nos contaba que esa fue su casa de siempre y la decidió convertirla en un hostal. Era una casa en piedras, muy hermosa de muchísimos años. La escuche y luego junto con el grupo oramos por ella, la bendecimos a ella, a su familia y su hogar. Ella (que no recuerdo bien su nombre) quedó encantada y tenía una sonría de oreja a oreja. Expresaba mucha felicidad y esperanza.
Viajes como estos con objetivo de misión a corto plazo es una excelente estrategia para compartir, bendecir, orar por quienes nos encontramos al paso del camino. Personas que realizan el camino buscando una respuesta o tal vez por una promesa que se hicieron, en fin en busca de algo espiritual.
A pesar del cansancio o tal vez dolor , pero con Dios de frente, tu espíritu crece, sana y se logra.
Fue una experiencia única la cual volvería repetirla una y otra vez.